Omnis nudus ob opifex

Todos desnudos por el Artífice.

Así estamos todos ante dios. Desnudos. Somos todos retoños salidos del barro, moldeados por sus manos. Figurillas que van cogiendo polvo en un estante vació. Un rinconcito del gran salón de billar del universo. Elevemos nuestras plegarias al cielo bondadoso. No, si todos somos hijos del mismo padre, debemos de elevar nuestras almas mientras bajamos nuestras manos a la tierra de la que fuimos creados.

No somos mas que niños en un carrusel al que en su travesura han decidido poner en velocidad infernal. Confundiendo las caras de los que nos miran desde fuera, sin tiempo para discernir la cara de horror o lujuria de nuestros padres o diferenciarla del resto de rostros que nos envuelven. Sin embargo cuando miramos a nuestros compañeros en este viaje que dura una eternidad de placer y terror todo parece quieto y detenido, todo es claro. Los rostros de nuestros compañeros parecen congelados en comparacion. Terror, ira, pasión. Todo es primario, una belleza sublime de un solo momento.

Ese carrusel es nuestro mundo. No entendemos ni diferenciamos a quien lo dirige, aunque nosotros mismo hemos decidido su velocidad. Y de todo lo que hay fuera no conseguimos diferenciar que es lo que piensa o siente. Pero si vivimos ese único instante primario, habremos vivido plenamente.

- ¿Que haces?
- Intentar atrapar la luz dentro de una botella

Os equivocais: Yo no estoy encerrado aquí, con vosotros. Vosotros estáis encerrados aquí, conmigo

Lo siento niña, este mundo ha podido conmigo. Te llevare a un lugar donde nunca esta oscuro, donde el Sol brilla todo el tiempo...
Lo siento.